Porque en estos días escucho con tristeza, testimonios de
amigos, de conocidos, de colegas. Es casi imposible, en el mejor de los casos, participar
en una conversación no afectada por un ERE o por un cambio en las condiciones de trabajo. Y
cuentan la verdad.
La tristeza, la siento por el enorme respeto que tengo a mi
profesión. Existen equipos que gestionan personas y buscan que su función sea
estratégica para su compañía.
Trabajan bien y adaptan su manera de hacer las cosas, a la
nueva realidad de los recursos humanos. En este momento de confusión, ni se
ven, ni se les espera.
'' Compruebo sorprendida que uno puede desaparecer de su propia vida en tan solo veinticuatro horas''
Es inaceptable que existan personas con jornadas insufribles.
Con permiso de la renombrada crisis, a la dificultad para
obtener resultados, se une la pelea por conseguir algo de cuota, por incrementar
porcentajes. De frente, cambios que se
saben y no son oficiales, rumores que cambian según con quién hables y al final
del día, sin esperar el descanso, asoma un baño de realidad para cuestionar el
temido ‘’¿Me llamarán? ¿Me conviene?’’
A las cuestiones pendientes, no les sobra ni un día para
adaptarse a las nuevas situaciones.
Compruebo sorprendida que uno puede desaparecer de su propia
vida, en tan sólo veinticuatro horas.
Sobra tiempo para incorporarte a tu nuevo destino, también para olvidar
compromisos adquiridos.
De bienvenida, la productividad que no espera ser
desatendida por muy apurado que vaya tu rol. Pensar en el período de adaptación,
es una utopía porque en este festival de errores encadenados, sólo sobrevives,
si acumulas cansancio y desorden. Evidentemente, estas prácticas pasan factura.
A las compañías, porque el nivel de compromiso nunca estuvo tan bajo, y a las personas
porque les han obligado a perderlo.
Las nuevas estructuras, las fusiones, las adquisiciones,
tienen sentido. Incluso algunas, hubiesen sido útiles en tiempos anteriores.
Este interés, no justifica el desorden. Se pueden hacer con un plan de trabajo,
con una estructura de proyecto común. Estableciendo límites, respetando.
La movilidad es útil, desarrolla talento. Los cambios,
renuevan y ofrecen oportunidades que han de ser explicadas en detalle y
cubiertas por el perfil adecuado. Corriendo y por descarte, no es la mejor opción. La fase final, la de
análisis y control de los resultados, será mate, con obtención de retos oscuros,
grises.
¿Es ésta la situación ideal que marca un buen inicio para
las nuevas corporaciones?
Por imposible que parezca gestionar a tiempo lo inesperado, la
crisis no implica ausencia de sentido común.
Porque en algún sitio hay que encontrar vitamina, te dejo en
cinco pasos, inspiración para tu jornada de trabajo.
1- No limites tu personalidad. Eres el/la de
siempre.
Un jugador de esta partida, obligado a participar y obtener el mejor resultado
posible.
2-
Puede que las reglas del juego cambien, todo
pasa y volverá la estabilidad.
Entre tanto, conviene tener un lenguaje
positivo. ‘’Sí, solución, ayuda, rapidez, productivo, capaz…’’ evita palabras
negativas.
3- Tu situación emocional, depende de ti. Sabes lo
que haces, lo haces bien y construyes tu diálogo interno. Intenta que no te
influya lo de otros.
4-
Cambia ‘’Preparados, listos, ya’’ por YA, LISTOS, PREPARADOS
5-
Olvida la hostilidad, no es momento para
analizar lo que das y recibes.
Simplemente, no lo pienses.
Eres lo más importante. Cuando tu situación mejore, tendrá
que encontrarte en buena forma.
Sueña, despertarás antes.