No se trata de ser perfecto,
se trata de contar lo que uno hace para llevar la contabilidad de uno mismo. La
gestión personal, a menudo, ocupa un papel secundario. Es hora de abrir una
puerta a la evolución.
Al
final del día hacemos muchas cosas. Este post trata de dar la importancia justa
a cada una con el fin de asignar un valor a todo lo que hacemos. En ocasiones, ser
constante devalúa la tarea y sin embargo, nos aporta un valor incalculable.
Hacer actividades con regularidad es útil y por lo tanto, empodera nuestra
personalidad. ¿Acaso no es importante avanzar aunque sea en algo común a
nuestra existencia? En muchas ocasiones, se debate sobre voces de bloggers que comparten estilos de vida
perfectos. Aunque decido no exponerme demasiado, comprendo que lo
que uno hace bien, debe ser motivo de orgullo personal.
Encabezados por hashtags, las redes ofrecen retos que animan a cientos de actividades propuestas en enormes cantidades. Y al final se
“presupone” que son
verdaderos y
las tomamos como guías que definen nuestra actuación frente a las de otros
en los
diversos contextos en los cuales nos desempeñamos.
Identificar lo
que nos diferencia del resto, y lo que nos queda por aprender es el punto de
partida para reconocer realmente nuestras metas y los recursos de que
disponemos para alcanzarlas, de la manera más adecuada y exitosa posible.
La clave reside
en desarrollar nuestra capacidad de liderar nuestra vida, de ser los
protagonistas de nuestra historia, de descubrir y alinear nuestro talento y
la pasión y para ello antes que profesionales somos personas, y los
problemas y dificultades que encontramos en el mundo empresarial son
consecuencia de nuestras propias carencias personales.
Sin
embargo, personas con alto nivel de tolerancia a la frustración, aún teniendo
dificultades, consigue crear el día que le interesa y vivir una vida propia,
lejos de hacer propaganda de sus usos y costumbres. Estos son también auténticos
retos. Imágenes poco populares pero auténticas. Está bien hablar de las cosas
que no funcionan.
Si lo que
buscamos es el bienestar y la felicidad, sabemos que debemos visitar más a
menudo nuestra zona de recursos y responder a las preguntas que nos lleven a un
equilibrio entre lo que nuestro ego o ambición nos pide, y lo que realmente
necesitamos.
A
partir de aquí, cada uno construye la galería que necesita. En definitiva una
vida espontánea imperfecta también resulta atractiva con cierto orden y sentido
común.
No hay comentarios:
Publicar un comentario