Las empresas no pueden
comprar el compromiso y la felicidad de los empleados;
deben motivarlos y
gestionarlos con su más preciada estrategia. Mientras despedimos 2018,
saludamos a la gestión por palabras.
Se
acerca la época de las emociones corporativas, nadie se queda sin su palabrario de buenas intenciones para el
futuro.
Sin
embargo, a lo largo del año, se dan infinidad de ocasiones en las que no
estamos a la altura de ofrecer una buena conversación; normalmente el olvido es
la solución. Un buen feedback en forma de comentarios sobre la evolución de un
proyecto o incluso, la respuesta a un conflicto, no tiene demasiados
protagonistas.
¿Por
qué nos cuesta tanto ofrecer diálogo?
Se hace evidente que la respuesta es: su
dificultad. No en vano muchos expertos en comunicación dedican gran parte de
sus horas a formar en habilidades para abordar conversaciones difíciles.
En
esta temática también encontramos un marco referencial al liderazgo, de cómo se
gestionen las conversaciones, se diferenciarán las consecuencias.
Normalmente
en una conversación se cruzan varios diálogos: El primero suele coincidir con
los hechos, otra surge de la interpretación personal que
cada uno percibe sobre lo que pasó, y la tercera, inevitablemente dispara la
parte emocional. Una mezcla de comentarios que pueden ser interpretados en
diferentes direcciones. Debemos estar atentos a lo que está pasando, detectar
por dónde puede surgir una posible solución y gestionarla.
Con
este esquema de aparente dificultad, hay personas empáticas que resuelven sin
complicaciones, y otras que lo evitan hasta que les aprieta el zapato, manifestando
así su debilidad.
Aumentar
y consolidar la autoestima de forma saludable, fomentando la aceptación y la
integridad de uno/a mismo/a conduce a afrontar con éxito las situaciones cada
día. Sea cuál sea el método elegido, las conversaciones se deben realizar a lo
largo del año y siempre facilitan la solución a las cuestiones que plantean.
Estamos
a tiempo de revisar nuestras conversaciones; mantente fiel a esta práctica y
enseguida verás cómo mejora tu trabajo. Te darás perfecta cuenta de que procrastinar- demorar hasta el máximo- sólo consigue enfadar más, a los que esperan algún tipo
de acción por tu parte.
Una
buena manera de empezar el año, antes de ansiar nuevos propósitos, es revisar
nuestra tendencia y suprimir lo que desfavorece. Lucha y renuncia con todo el
rigor que seas capaz.
FELICES
FIESTAS
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