Lo primero expresar mi gratitud por la paciencia, llego
forzada a este post dirigida por las actividades extra que decidimos asumir. El
mismo motivo me inspira para revisar convicciones, creencias y hábitos antes de
terminar otro año. Un giro a tiempo, insonoriza el desastre.
Todos alguna vez
hemos defendido nuestras ideas aunque luego resultaran equivocadas. Seguro que
han sido muchas las situaciones en las que asumimos argumentos inexorables llenos
de confianza que sin embargo, no resultan lo esperado. La toma de decisiones
normalmente se basa en factores subjetivos que no siempre son los adecuados,
cada vez que lo hacemos, el cerebro genera una creencia.
A pesar de lo
anterior, no solemos admitir que nos hemos equivocado, y sin embargo, en este
punto se produce una mayor satisfacción, en parte motivada por el aprendizaje y
también por limitar la pérdida que hubiera significado no girar a tiempo.
Vivimos
permanentemente enganchados a nuestras acciones hasta que nos sorprende un
personaje público dando explicaciones sobre la decisión de tomarse un año
sabático, o como hace unos días, cuando la modelo Kendall Jenner era noticia
por cerrar su cuenta de Instagram para
“desintoxicarse”. Estas sinceras comunicaciones, sorprenden a la audiencia por
la transparencia de sus actos.
Todo puede servir
para construir o para destruir. Resulta particularmente interesante observar
nuestras sensaciones para verificar la calidad de nuestro día, con este simple
hecho ya accionamos el cambio.
Hay cosas que si no
se hacen es mucho mejor. Probablemente sean irrelevantes y ocuparían gran parte
de nuestro tiempo. Mantengo el firme propósito de dedicar diciembre a evaluar
lo prescindible, seguro que desde aquí tendré más motivos para afrontar 2017.
Se cierran balances
y, en consecuencia, se generan nuevas rutinas transformadoras infinitamente más
eficaces.
¡Cuando no busque lo encontraré! Hasta
entonces me dedicaré a pensar en cómo
cerrar el
año escribiendo sobre la vuelta a lo simple.