El ser humano
es la única especie que ha integrado el filtro de la mentira en el orden
de sus necesidades habituales. Mentimos como mínimo dos veces cada diez minutos, y
está demostrado.
Por medio de la
lectura de gestos ajenos, se puede saber qué aspectos interesan al otro sobre
las cuestiones que se están tratando, si se encuentra receptivo o es mejor
dejarlo para otro momento.

Los gestos o microexpresiones
surgen:
De manera consciente-
Parar un taxi
De manera
semiconsciente-
No somos conscientes hasta que alguien lo indica y nos damos
cuenta.
De manera inconsciente-
Por mucho que lo intentemos no podemos evitarlo.
Los sinergólogos se
concentran en gestos no conscientes y algunos semiconscientes, los expertos
detectan la mentira con un 75% de acierto.
Del otro lado, Charles
Darwin afirmó en una de sus teorías que las expresiones faciales son
innatas. Un estudio publicado en la BBC,
confirma que los gestos que hacemos cuando estamos tristes, contentos o
enfadados pueden transmitirse de padres a hijos. Los resultados,
publicados en la prestigiosa revista científica Proceedings of the National
Academy of Sciences, podrían demostrar la teoría de Darwin. Según el estudio realizado
por el equipo médico se analizaron las caras de 21 voluntarios ciegos de
nacimiento y se dieron cuenta de que, aunque éstos nunca habían visto las caras
de sus padres, la similitud de sus gestos era asombrosa. (BBC)
En las últimas semanas llego a este tema desde las emociones de Goleman y me pregunto si cada pensamiento que provoca gestos puede ser objeto de estudio.
Toda teoría tiene algo
útil, de la comunicación no verbal y la corporalidad se pueden definir rasgos
de personalidad con exactitud sin olvidar que algunos gestos dependen del
sistema nervioso y son incontrolables.
De lo que sí estoy
segura es que en la perfección compartida por redes sociales, hay mucho de lo
anterior y poco de lo que llega sin avisar.¿Serán verdades a medias?
Hoy me quedo con algo
de cada teoría, sin renunciar al atractivo de la espontaneidad.
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