Mientras
muchos miran a nuevos retos y propósitos, mi mirada está llena de
agradecimiento. Deseo que todo lo que tengas que agradecer, además, te haya
dejado huella.
También
deseo que lo que no ha podido ser o lo hemos vivido con dolor, lo dejes ir
porque tenemos un nuevo año por delante para vivir otras experiencias que
valdrán la pena. Podemos empezar de nuevo, seguramente a equivocarnos aquí está
lo bueno, cuestionemos las cosas y aprendamos de los errores.
La
vida es así. Quizá debamos dejar que fluya, aunque sólo sea por un día, algo
que surja del interior y dedicarle minutos. Estamos acostumbrados a pedirle
inmediatez al tiempo; necesitamos lo que ansiamos para ayer, olvidando que las
buenas ideas exigen muchas horas mirando al techo. Esto se entrena. Si tienes como rasgo de personalidad
un sistema neurológico capaz de procesar con mayor intensidad todo aquello que
piensas y sientes, partes con ventaja al poner sensibilidad al servicio de tu
creatividad.
Eres
de los que se entera de lo que pasa en la vida.
En
ambiente laboral deseo que los equipos no asuman responsabilidades por encima
de sus posibilidades, y para los que realmente podrían, deseo que llegue su
oportunidad.
2018
sabrá respondernos si el individualismo y la competencia caníbal le servirá de
algo o, por el contrario, acabará con la ilusión de los que no consiguen calmar
el ansia de bienestar.
Recuerda
mantener a raya las trampas psicológicas que manipulan la toma de decisiones,
esto describe el santo grial para evitar problemas.
Que
lo que hagas cause una diferencia. Lo primero que sientas, definirá tu 2018.
¡Suerte!
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